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Hoy celebramos una fiesta muy especial de María, y aunque fue suprimida del calendario litúrgico a raíz de la reforma del Concilio Vaticano II, en el año 1969, El Candil de María la recuerda hoy por la especial vinculación que mantiene con esta experiencia de María. Os dejamos con unas pinceladas de lo que significa el día de hoy.
San Pedro Nolasco, inspirado por la Virgen, funda una orden dedicada a la merced (obras de misericordia). Su misión particular era la misericordia para con los cristianos cautivos en manos de los musulmanes. Muchos miembros de la orden canjearon sus vidas por la de presos y esclavos. San Pedro fue apoyado en tan extraordinaria empresa por el Rey Jaime I de Aragón.
Un poco de Historia
El título mariano la Merced se remonta a la fundación de la Orden religiosa de los mercedarios el 10 de agosto de 1218, en Barcelona, España. En esa época muchos eran cautivos de los musulmanes y en su desesperación y abandono estaban en peligro de perder lo más preciado: la fe católica. Nuestra bendita Madre del Cielo, dándose a conocer como La Merced, quiso manifestar su misericordia hacia ellos por medio de dicha orden dedicada a atenderlos y liberarlos.
Desde el siglo XIII es patrona de Barcelona y el 25 de septiembre de 1687 se proclamó oficialmente patrona de la ciudad. Es además patrona de los cautivos (presos) y de muchos países de Latinoamérica.
En el año 1696, el Papa Inocencio XII extendió la fiesta de la Virgen de la Merced a toda la Iglesia, y fijó su fecha el 24 de septiembre. Ya os hemos contado que fue suprimida del calendario universal, no obstante para el Candil de María es una fecha importante porque marca el comienzo de una Promesa con María que nos lanza a la Misión con el Rosario el 7 de Octubre.
El Encuentro
El Padre Gaver, en el 1400, relata como La Virgen llama a S. Pedro Nolasco en el año 1218 y le revela su deseo de ser liberadora a través de una orden dedicada a la liberación.
Nolasco pide a Dios ayuda y, como signo de la misericordia divina, le responde La Virgen María diciéndole que funde una orden liberadora.
Nolasco: ¿Quién eres tú, que a mí, un indigno siervo, pides que realice obra tan difícil, de tan gran caridad, que es grata a Dios y meritoria para mí?
María: Yo soy María, aquella en cuyo vientre asumió la carne el Hijo de Dios, tomándola de mi sangre purísima, para reconciliación del género humano. Soy aquella a la que dijo Simeón cuando ofrecí mi Hijo en el templo: “Mira que éste ha sido puesto para ruina y resurrección de muchos en Israel; ha sido puesto como signo de contradicción: y a ti misma una espada vendrá a atravesarte por el alma”.
Nolasco: ¡Oh Virgen María, madre de gracia, madre de misericordia! ¿Quién podrá creer (que tú me mandas)?
María: No dudes en nada, porque es voluntad de Dios que se funde una orden de ese tipo en honor mío; será una orden cuyos hermanos y profesos, a imitación de mi hijo Jesucristo, estarán puestos para ruina y redención de muchos en Israel (es decir, entre los cristianos) y serán signo de contradicción para muchos.»
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